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viernes, 24 de diciembre de 2010

El surrealismo de la navidad

Cuéntenme vuesas mercedes, que puede existir bajo las estrellas, con caracter mas surrealista que estos "señalados" días.

A relatarles voy mi experiencia de hoy, sin ir mas lejos.

Aquesta soleada mañana nochebuenera, he tomado camino hacia donde todos los días paso unas horas.
Supondreis... ¡El trabajo! Pues no, errais.

Refiérome a cierto centro de ocio deportivo, que a fé mía genera mas disputas, jugarretas, trampas, maledicencias, odios, encarnizadas criticas, envidias, rencores, inquinas, y despellejamientos varios, que Gran Hermano.

Direis acertadamente: ¿Y que haceis allí? Pues ni mas ni menos que pasar el tiempo mínimo que requiera encontrar una residencia rústica, que me permita sacar mis caballos de semejante antro con premura, y vivir con ellos mis perros y mi mujer sin tener que soportar a purrela semejante.

Como imaginareis, hoy día de nochebuena, los habituales (por cierto afines a cierta religión mayoritaria) conincidido han para "felicitarse las navidades".

El aperitivo que se ha llevado a cabo, a traido como lata atada a rabo de can, los consiguientes abrazos besuqueos, "buenos deseos", etc, que este tipo de actos sociales suelen conllevar.

Previamente embadurnado esta mañana de aceite de ruda y otras hierbas escogidas al efecto, he procedido a aguantarme las arcadas y soportar semejante suplicio con la mejor de mis hipócritas sonrisas.

A pesar de todas mis brujeriles precauciones, he acabado con cierto "sospechoso" dolor de cabeza, no debido a la bebida pues no he catado sino el agua mineral. Cada cual saque sus mágicas conclusiones.

No es cosa que me preocupara, pero llegando a Madrid, he comenzado a notar coincidencias de hechos de poca importancia pero resaltables, tales como la típica maruja que te increpa airadamente por "no poder pasar por una acera de tres metros" por que le incomoda que tus perros debidamente atados esten allí, babosos que intentan buscar bronca tras celebraciones similares de empresa, etc.

Todavía me queda la tarea de encontrar taxi, ir a casa de mi  suegra, aguantar a la susodicha madre política y al clon del guarda jurado Bull de la serie "Juzgado de guardia" que es mi cuñado, soportar la parodia de oraciones antes de la cena, ingerir el ingente y astragador menu navideño, escuchar las misma sarta de
estupideces de siempre, afrontar la misión imposible de encontrar otro taxi y llegar finalmente a casa.

Para colmo alguien me dirá por la calle "Feliz Navidad" a lo que contestaré "Feliz Yule" con lo que el /la intefect@ me mirará con cara de ¿Que ma dicho ese pirauu?.

Lo siento, pero por supuesto y antes de ir a cenar, voy llevar a cabo cierto tipo de ritual de protección que le va a hacer tembler las patas a mas de un@ que yo me sé.

Y por supuesto que no voy a tener ningun remordimiento de conciencia. El bienestar de uno es lo primero.
Y siempre que procedo de esta manera, lo hago condicionando el ritual para que sólamente afecte al que me intente dañar a mi o a los míos.

Y ahora pregunto ¿Que tan buena es la navidad y "los navideños" para que tenga que llegar yo a estos límites?

No obligo a nadie a seguir creencias o rituales que no son suyos. No les hago pagar las consecuencias de mis frustraciones, ni utlizo la hipocresía como arma arrojadiza. No impongo machaconamente recordatorios de festividades no cristianas utilizando los medios de comunicación públicos que Todos PagaMos.

Que sigan así, no necesito dar una vueltecita de tuerca mas al hechizo. Ya se encargará la ley de tres.

¡PERO ME DAN UNAS GANASSSSS.....!

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